sábado, 19 de enero de 2013

En casa, tomando tereré

















¿A ver cuándo llego?

Quisiera ser irreal, como en otros tiempos
Estoy de viaje. Podría decir de este, que es un viaje circular. Todo nos está saliendo redondo, y lo mejor es que no usamos cábala, es una  suerte que se nos escapa de las manos a Dani a Puly y a mi.  
Como para que vayan a creer un poco más en mi relato, les cuento que mientras caminábamos y pensaba en todo esto con una limitación angustiante, se nos cruzó por el camino un unicornio: era un burro blanco que nos hizo alucinar. Estaba sentado enfrente a una casa, con las  patas delanteras clavadas en el barro, mirando fijo, como poseído, hacia la puerta de la casa.  La primera en verlo fue Dani. Mientras tanto las tres caminábamos pensativas (supongo que todas las emociones del momento tenían que ver con que era el fin del viaje, la última noche y  que caminábamos pateando una bola de cansancio y extrañes  imaginaria).   Lo cuento ahora, porque después de ver  eso, todos los pensamientos que volaban al caminar, fueron cayendo  hasta llegar a la carpa.
Pero volviendo a la caminata, yo pensaba  en los viajes de antes, cuando me asombraba de que un artesano me enseñara a tejer macramé y yo con mucho entusiasmo volvía a buenos aires llena de ideas.  En ese entonces me creía que escarbando en la arena llegaría a China, y que si me metía al mar de noche, instantáneamente me partiría un rayo. Una vez nos juntamos entre muchos e hicimos un poso enorme en la arena (en realidad  lo habíamos encontrado ya empezado, asique sólo continuamos el trabajo de otros). Le hicimos escaleritas para entrar desde la playa, y UNA MESITA DE LUZ.  Pero al rato un salvavidas nos hizo taparlo. En otro viaje hicimos algo parecido en un bosque, ésta casita estaba más equipada.
Yo soñaba con volver un día al mar con algún amor..Pasaba muchas tardes inventando historias sobre todo lo que estaba lejos.  Trasladaba a mis personajes a un cuarto de hotel,  y los hacía jugar.
En un viaje al sur, cuando terminé la escuela, me quedé toda una noche bailando con tambores, fue todo un descubrimiento eso para mi con doce años.

Otra vez soñé que volvía a la ciudad con miedo, después de haber  tenido todas esas ideas  que sólo aparecían a la distancia, y me quedaba en un semáforo. Durante todo el sueño estaba  detenida allí,  por donde pasaban algunos amigos.  Sus visitas eran fugaces, iban descargando todo en el semáforo.   No sé qué rabia producía yo, que todos terminaban con ojos envidiosos  y algunos bombardeaban con nose qué.  No pude irme hasta que me desperté... Aunque creo que la sensación me quedó por más rato.
Bueno, termino de escribir éstas anécdotas desde Buenos Aires, habiendo llegado hace unos días de Córdoba.  Volver no es fácil, uno siente que se pierden todos los recuerdos, que eso que creyó haber aprendido desaparece. Una ilusión como la del burro. En realidad estoy haciendo un pequeño duelo. Y luego del duelo, cuando ya me haya habitado la ciudad a mí, quizás me de cuenta que del viaje traje como escudo  algo de la pazciencia de allá.

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