
Hay una garra en mi pecho que no deja salir mi sangre. Me duelen las cuclillas de resistirme al agua. Conozco las piedras tanto como a mis pies quebrados. Me han plantado aquí por tantos atardeceres, que mi torso desprende la corteza del quebracho.
Se entrecorta el aire con un viento seco, y tras él vienen pasos vagos al compáz, todos bien amortiguados. Con la gravedad misma del fracaso, hunden sus hachas sobre los troncos de los plantados. Hombres flacos de descanso, encuentran hojas secas y se alejan.
Se van y vuelan las hojas, remueven las piedras, y no quiebran mi torso que está cansado de vigilar el contorno de una misma sombra. Hay una fiera que me acompaña, con ella hasta la suela comparto. No me asusta ni me cuida, para ser niño gris me han críado.
La fiera tiene manchas negras profundas venidas de algún lado. ¿Quién sabe, si de ahí no vengo, si en sus manchas no me trajo, el uno al otro nos respaldamos.
¡Nunca me sentí tan vivo! ¡nunca me sentí tan muerto! Vivo con los pies sobre la piedra, la garra de tigre me hace vibrar, bombea mi pecho, el olor del espinillo lo respira el quebracho.
1 comentario:
sos muy linda!!
jeje
...teamo
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